He entrado esta mañana en el blog, tratando de retomar su actividad y no dejarlo morir, en una espiral que, como decía el amigo Vegas, dura ya demasiado tiempo, con la idea de hablar del ‘Hope Downs’ de Rolling Blackouts Coastal Fever. Ya sabéis, una sesuda reflexión sobre las razones por las que hace meses que no escucho otra cosa o sobre por qué es el disco que encabeza mi lista de discos del año.
Han bastado dos segundos para que desistiese de ese propósito tan ambicioso y abrazase la idea de hablaros del disco, hacer dos bromas y dos referencias…
Finalmente, he optado por decir lo que sinceramente pienso y creo que es lo único honesto decir:
Fue uno de los primeros discos que escuché en este 2018 y un disco que, ya lejos de ese primer impacto (que debo reconocer fue fuerte) ha crecido en mi, siendo el álbum al que más he vuelto cíclicamente.
Oscuro, denso y cadenciosamente rítmico, me trae a la memoria (mi memoria, pues no creo que sean referencias ni buscadas por ella, ni objetivamente válidas) a PJ Harvey, a Nick Cave y, sobre todo, a una suerte de Slowcore-Redhousepainters en femenino.
Si no la conocéis (es probable: de Detroit, disco de debut, alejada de los circuitos más habituales – y de sus sonidos-), sabed que estáis cometiendo un grave error o, cuanto menos, una negligencia grave; una suerte de pecado mortal.
Slowcore, voz con colores y, a pesar de ello, oscuridad.
Phil Everum está, con su proyecto Mount Eerie, despachando una serie de álbums con una calidad sorprendente, inversamente proporcionalmente a la atención que percibo está generando, al menos desde la reducida perspectiva que yo tengo con mis contactos, redes sociales y lecturas que hago.
Tras una serie de discos apabullantes (los dos anteriores – Sauna y A crooked looked at me- eran muy interesantes), nos presenta un disco de 6 temas tremendamente íntimos.
Y es que, si el disco es sonoramente sugerente, sobrio y atractivo, cuando uno escucha las letras y se adentra en el contexto en las que fueron escritas, el EP se vuelve emotivo, personal y touchant (como dicen los franceses). Las canciones son una profunda reflexión y exposición de los sentimientos ante la muerte de su mujer.
Por eso, me quedo con estas tres palabras para reseñarlo:
¿Los Planetas reboot in 2017? No lo sé. Quizá sea injusto con ellos, pues tienen derecho a tener su propia personalidad y, ni siquiera aunque se diga como elogio, es justo.
Pero uno es uno y sus circunstancias y escuchar a un grupo que transita el sonido y las letras de los granadinos, remueve el estomago y crea un nudo en él maravilloso.
Alain Baschung nace un 1 de diciembre de 1947 en París. Parisino de cuna, con todo lo que ello implica en nuestro país vecino, desde los 19 años comienza a sentir la vocación musical y a participar en distintos proyectos musicales.
A pesar de su pronta vocación musical y de una intensa actividad en la capital, fruto de los cuales son un variado repertorio de singles que no consiguen despertar el interés ni del público ni de la crítica, su primer disco en solitario («Roman photos») se publica en 1977, cuando Alain tiene ya la edad (nada precoz) de 30 años.
La carrera musical de Bashung (cuya primera decisión es eliminar de su nombre la poco comercial letra «c» de su apellido, la que se encontraba entre la s y la h) se extiende por tanto desde 1977 hasta 2008, en el que se publica su último álbum, ‘Blue pétrole’. Una discografía que estará integrada por 14 álbumes, al que debemos añadir un disco póstumo, publicado en 2011, en el que realiza un cover del disco de otro grande la música francesa, Serge Gainsbourg, como es ‘L’homme à la tête de chou’. A ello deben añadirse, lógicamente, los consabidos EPs, singles y discos en directo.
Alain Bashung fallece prematuramente, a la edad de 61 años, el 14 de marzo de 2009, víctima de un cáncer.
Entre ambas fechas (1947-2009), vamos a encontrar una vida dedicada intensamente a la música y a la chanson. 14 álbumes en los que, como veremos, se aprecia la propia evolución de la música francesa de las últimas décadas y la transición que la misma tuvo que realizar desde la chanson (y la autarquía musical de un país cerrado en sus tradiciones musicales) hacia la apertura hacia nuevos sonidos, influencias y formas de entender la composición y la interpretación -no en vano, y como otros muchos cantantes franceses, desarrolló una interesante carrera como actor-.
En medio, un enorme éxito de público y crítica. El primero le admiró y regaló su cariño; el segundo, le elogió generalmente y supo apreciar las propuestas que planteaban sus discos. Prueba de ello es el dato de que es el artista que más ‘Victoires de la musique‘ ha cosechado (12 en total).
Iniciamos, pues, el repaso a una de las carreras musicales más importante de la discografía francesa y, en gran medida, el repaso a una cierta crónica cultural y social de los últimos 40 años de Francia.
Existen artistas que son una referencia personal. Artistas a los que uno escucha y con los que siente una identificación instantánea o una fascinación continua y a los que, de manera cíclica, no puede evitar volver.
Desde que descubrí a Alain Bashung hace unos años, es rara la estación (sobre todo cuando llega el frío) en la que no vuelvo a él y repaso sus discos, normalmente en modo random, sin seguir un orden preestablecido.
Épica, poesía, nostalgia, belleza, estilo, autenticidad… son muchas las cosas que me sugiere y aporta Bashung.
Y soy consciente de que en España es, sin embargo, un gran desconocido. El último de los grandes cantantes de la chanson, apenas si ha recibido en España la atención que le dispensan un par de líneas en las revistas especializadas.
Es cierto que la barrera idiomática hace que la capacidad de fascinar se vuelva más complicada, pero para contribuir a que Bashung sea algo más conocido (si será además apreciado ya depende de cada uno de vosotros), iniciamos este ‘Proyecto Bashung’, en el que repasaremos, uno a uno y en orden cronológico, la discografía de este cantante.
Con ocasión del nuevo número de Opticks Magazine, tuve la ocasión de entrevistar a Arnaud Fleurent-Didier, uno de los artistas que más me gustan de la nueva generación de músicos franceses. Una excusa para acercarme a su mundo y tratar de que sea más conocido en España o, al menos, para los lectores de la revista.
Esta semana os proponemos (re)descubrir la discografía de un artista al que tenemos gran querencia en Hotel Particular y consideramos imprescindible para entender la historia de la música popular: Townes Van Zandt. Folk, Country, Blues… se dan la mano en una discografía mágica, que repasamos a través de la magnífica caja recopilatoria «Texas troubadour».
Y llegamos al final de la temporada regular y, como cada año, imaginamos un programa especial, distinto de Hotel Particular. En esta ocasión, y aprovechando el tremendo programa que este año nos ha regalado José Carlos sobre Bob Dylan en ‘El bueno, el feo y el malo’, proponemos un ‘I’m not there’, en el que listamos canciones que, sin ser de Dylan, tienen su impronta, su estilo, su legado.
Hotel Particular 